La Segunda | Identidad de género – Cristián Riego

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10 / 01 / 2018

En los últimos años me ha correspondido trabajar en contacto con personas transexuales, no puedo negar que al principio albergaba dudas sobre su salud mental o su equilibrio personal. Sin embargo debo decir que mi experiencia concreta ha sido muy diferente, se trata, en todos los casos que he conocido de personas serias y normales, con intereses y caracteres diversos y de diversos orígenes sociales y niveles educacionales.

Son seres humanos que se han visto enfrentadas a una situación no buscada, donde —de manera persistente e incontrarrestable— se les ha manifestado una identidad diferente a la convencional, la que tarde o temprano han debido asumir públicamente pagando altos costos sociales y familiares.

Me ha impresionado el valor con que estas personas se han hecho cargo de una situación muy difícil donde hacer actividades como estudiar, trabajar o tener relaciones de diverso tipo con otras personas, puede resultar muy difícil y donde el riesgo o la realidad de la marginación están siempre presentes.

Se ha dicho que el proyecto de identidad de género pretende hacer que la voluntad de una persona pueda imponerse sobre la realidad del cuerpo. Me parece una manera errónea de mirar el problema: aquí lo que ocurre es que existen otras realidades además del cuerpo. La subjetividad también es real y muchas veces se nos impone con tanta o más fuerza que las condiciones corporales.

El asunto es si vamos a permitir que las personas que deben enfrentar esta situación puedan llevar adelante su vida como todos los demás, o, si por el contrario, los vamos a mantener en la marginalidad obligándolos a ocultarse, a mentir o a tener que ir dando explicaciones sobre cuestiones que cualquiera consideraría forman parte de su privacidad