Macarena Vargas - La Tercera
26 / 11 / 2025
“Formar abogados y abogadas conscientes de su labor y del impacto de sus decisiones y prácticas –sin importar la función o el ámbito en que se desempeñen– es nuestro deber y todos los esfuerzos de las facultades de Derecho deberían estar orientados a ofrecer una formación ética de carácter transversal, presente a lo largo de toda la carrera. No basta un curso electivo o incluso un curso obligatorio dentro de la malla curricular”.
“La pregunta clave es cómo enseñamos a jóvenes de 18 o 20 años una dimensión de nuestra profesión que no se aprende memorizando códigos ni repitiendo reglas, sino desarrollando un juicio ético y profesional al analizar los problemas legales y sociales en los que deberán desenvolverse en el futuro. Lo anterior supone también contar con referentes que sirvan de modelo de ejercicio profesional. Sin buenos referentes, formar en ética se vuelve un ejercicio vacío”.
