Por Felipe González Morales, académico y co-director del Magíster en Derecho Internacional de los Derechos Humanos de la Facultad de Derecho UDP.
28 / 04 / 2025
El sistema internacional actual es, en gran medida, fruto de los acuerdos alcanzados hacia el final de la Segunda Guerra Mundial, reforzados tras el término de la Guerra Fría en los años noventa. La agenda del segundo gobierno del presidente Donald Trump en Estados Unidos podría conducir a cambios sustanciales en esta arquitectura.
Entre los principales logros de aquel período destacan la creación de la Organización de las Naciones Unidas, los acuerdos de Bretton Woods —que dieron origen al Fondo Monetario Internacional y al Banco Mundial— y la adopción del GATT (Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio).
En paralelo, surgieron los sistemas internacionales de derechos humanos, tanto a nivel global (ONU) como regional (Europa y América), a los que décadas después se sumaría el Sistema Africano.
El fin de la Guerra Fría potenció estos acuerdos en el marco de la globalización, fenómeno que, pese a sus contradicciones, impulsó el crecimiento económico de numerosos países. A su vez, permitió reducir la pobreza en muchos casos, aunque también exacerbó la desigualdad. La combinación de este marco comercial interdependiente y la caída de los regímenes autoritarios en la Unión Soviética y sus antiguos Estados aliados condujo a que en décadas recientes se alcanzara por mucho la mayor cantidad de regímenes democráticos en la historia.
Estos procesos no han estado exentos de serios problemas, contradicciones y regresiones autoritarias; sin embargo, en los 80 años desde que ellos se iniciaran, nunca estuvieron sometidos a una situación tan crítica como la actual. La agenda de EE.UU. sugiere un retroceso de la globalización o, al menos, una reformulación profunda. Ello podría facilitar el fortalecimiento de regímenes autoritarios y debilitar las democracias en diversas regiones.
Las políticas impulsadas desde Washington ponen en entredicho algunos de los cimientos del orden internacional, no solo en el ámbito comercial. Entre las medidas más relevantes se cuentan:
- El expansionismo y la amenaza del uso de la fuerza, en contravención del Derecho Internacional.
- El acoso a la Corte Penal Internacional.
- El retiro de organismos e iniciativas de la ONU —como el Consejo de Derechos Humanos, la OMS o el Acuerdo de París— y la reducción drástica del apoyo a agencias como ACNUR y UNICEF.
Si bien el retraimiento de Estados Unidos no implica el colapso automático de estas instancias, sí representa un debilitamiento significativo. La menor disponibilidad de recursos y el potencial “efecto imitación” por parte de otros Estados, especialmente autoritarios, agravarán esta situación.
En materia de derechos humanos, las políticas de la administración Trump impactan negativamente en áreas clave. Una evidente es la migración, materia en la que ha implementado medidas que contravienen abiertamente los estándares internacionales, tales como el discurso xenófobo, las deportaciones masivas y sin debido proceso, la detención arbitraria de migrantes, las vulneraciones del derecho a buscar y recibir asilo -hasta el punto de hacerlo prácticamente inoperante-, y el acoso a los defensores de los migrantes, entre otras.
También resulta preocupante la confrontación contra políticas de igualdad e inclusión, vulnerando los derechos de colectivos históricamente discriminados. Asimismo, destaca el debilitamiento del Estado de Derecho mediante la descalificación y el acoso a jueces, lo que amenaza la independencia judicial.
Y en un listado que está lejos de ser exhaustivo, también es muy preocupante el acoso a las Universidades, con su consiguiente impacto en la libertad de expresión (incluida la libertad de cátedra), el derecho de reunión y la autonomía universitaria.
Aunque muchas de estas acciones se han desarrollado en el ámbito interno, sus efectos internacionales son ineludibles. En general, existe el riesgo de que se reduzcan los estándares y expectativas de cumplimiento de obligaciones básicas en derechos humanos, incluso entre democracias consolidadas.