¿Congreso unicameral o bicameral? La discusión que volvió por la rebaja de dieta parlamentaria

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18 / 05 / 2020

Domingo Lovera – La Tercera

Después de la enredada tramitación para rebajar el sueldo de las y los congresistas, los partidos reflotaron la discusión respecto a qué cambios harían al Poder Legislativo: ¿Eliminar el Senado?¿Mantener las dos Cámaras pero con menos diputados? Son algunas de las ideas. Aquí, constitucionalistas y cientistas políticos analizan el actual escenario.

Cambios. Si existe algo en común entre las y los legisladores del Congreso es que creen que el Poder Legislativo necesita cambios. Ahora ¿Qué cambios? Depende a quién se pregunta.

El fin de semana pasado en Canal 13 el diputado Pablo Vidal (RD) recordó la necesidad de impulsar un Congreso unicameral, mientras que la diputada Paulina Núñez (RN) señalaba la importancia de reducir el número de parlamentarios.

Si bien son discusiones que existían previas al estallido social y el Covid-19, en los últimos días han tenido un repunte. Aparte de los dichos de Núñez y Vidal, esta semana RN se abrió a reeditar un acuerdo que tenía con la DC en 2012 que buscaba fijar una cantidad de 44 senadores y 134 diputados. El Ejecutivo señaló estar disponible para abordar el tema de la disminución de parlamentarios, algo que que no debiera llamar la atención dado que en su cuenta pública del año pasado el Presidente Piñera anunció que buscaría que se redujeran a 120 los diputados.

Un Congreso unicameral y la disminución de congresistas no son las únicas reformas al Poder Legislativo que se discuten al interior de los partidos, también hay sectores que llaman a cambiar a un régimen semipresidencial o volver al parlamentarismo de inicios del siglo XX.

Un sector desacreditado

La idea de un Congreso unicameral no es nueva ni inédita en nuestra historia. El 4 de julio de 1811 se instaló el primer Congreso en Santiago, unicameral, integrado por 40 diputados. En septiembre de 1972 Salvador Allende pronunció un discurso ante dirigentes de la Unidad Popular titulado “Una Constitución más democrática”. En él, Allende proponía que se discutiera y analizara “la naturaleza del futuro del Congreso” y proponía como una de las alternativas “el Congreso en una sola cámara”.

El año pasado, en tanto, la directiva de RD se reunió con el entonces ministro del Interior, Andrés Chadwick para exponer propuestas de reformas que el gobierno debiera considerar para mejorar la democracia. Entre ellas estaban el Congreso unicameral y bajar la dieta parlamentaria. En 2015, los diputados PS Osvaldo Andrade y Marcelo Schilling ingresaron a tramitación una moción parlamentaria que reformaba la Constitución. La moción, que decían, era en apoyo a la iniciativa constitucional de Michelle Bachelet, incluía un Congreso unicameral, el cual —sólo por una vez— podría ser disuelto por el Presidente o Presidenta.

Jaime Baeza, del Instituto de Asuntos Públicos de la Universidad de Chile analiza en forma crítica ésta y otras propuestas, en especial por el contexto en el que se dan. Opina que la discusión “da lo mismo si no se responde primero qué régimen político quiere Chile a partir de un proceso constituyente”. Por lo tanto, es prudente esperar ver qué pasa en octubre.

Eso sí, a su juicio, “lo que es claro” es que “respecto a los demás países de la OCDE, la representatividad en términos de habitantes por representantes en Chile está por muy sobre el promedio de la OCDE”. Explica: es decir, un solo representante en el Congreso tiene demasiados representados, “y eso significa que ese representante tiene menos posibilidades de abarcar y conocer a todo su distrito electoral”. Baeza, doctor en Ciencia Política de la Universidad de Essex, Inglaterra, señala que no se puede pensar en “este festival de diputados más, diputados menos, sin haber hecho un estudio sobre la representatividad, un estudio sobre qué es mejor para fortalecer la democracia. Me parece que no es muy conducente”.

Hay consenso en que el Poder Legislativo está desacreditado. Se refleja incluso en las encuestas. En la Cadem del 6 de abril, el Congreso era de una de las instituciones con menor apoyo, con solo un 13%. La coalición con más aprobación fue Chile Vamos con un 27%, seguido del Frente Amplio, con un 14%.

El profesor de Derecho Constitucional de la Universidad de Chile, Francisco Soto indica que en Latinoamérica “es la región del mundo que peor opinión tiene de la política y los políticos”, siendo Chile el que peor evalúa su Congreso. Por esto cree que un proceso constituyente “puede generar una oportunidad de volver a reconectar a los ciudadanos con las instituciones”. Explica que en algunos países “como Islandia, como Brasil han sido los congresos los que han hechos los cambios constitucionales”, pero que han creado instancias participativas hacia la ciudadanía. Un ejemplo, en Brasil se estableció una “metodología participativa para hacer su Constitución”, práctica usada en la legislación como la relacionada al control de armas.

Pablo Valderrama, abogado y director ejecutivo de IdeaPaís cree que a la baja aprobación se suma que “no ha existido una autocrítica suficiente de sus miembros”. Para Valderrama el actual sistema legislativo fomenta las posiciones extremas, lo que conlleva a “la falta de acuerdos y consensos”. “Producto del sistema proporcional actual, a un candidato le basta con hablarle a un nicho pequeño pero extremo para asegurar un escaño, mientras que los candidatos moderados se diluyen en el medio”, afirma.

A juicio de Valderrama el bicameralismo “está anclado en la política chilena”, con “una Cámara Alta que modera los debates y les otorga una perspectiva de Estado, en conjunto con una Cámara Baja que es el reflejo de la diversidad política y el lugar donde se generan con mayor intensidad los debates”. Por esto, la idea de un Congreso unicameral es “equivocada” pues no apunta al corazón del problema. No le parece una mala propuesta “en general” el reducir los legisladores, pero opina que “lo que hay que hacer es fortalecer la labor parlamentaria, lo que no es sinónimo de darle más plata ni atribuciones, sino que generar los incentivos para que hagan bien su pega, con sueldos variables en atención al desempeño legislativo, su presencia en terreno, su asistencia a sesiones de la sala y comisiones, entre otras ideas”.

Valderrama dice que entre los costos de un bicameralismo está el tiempo de trabajo: un proyecto de ley pueda llevar en promedio dos años, y el gasto que implica, pero también hay beneficios, como una mejor y acabada discusión de los proyectos.

A la politóloga María Cristina Escudero le parece prudente no adelantar la discusión si es con miras de una reforma en el Congreso antes del plebiscito. La académica de la Universidad de Chile opina que de todas formas, este tipo de iniciativas hay que “mirarlas de forma más sistemática”, ya que un Congreso, sea bicameral o unicameral tiene relación con “la forma de visión territorial que vamos a tener, el tipo de autoridades, mecanismos de participación ciudadana (..) es parte de un gran tema de nuestro sistema político”. Piensa que “los congresos bicamerales tienen mucho sentido cuando se asignan labores distintas. Es decir, en un sistema federal el Senado representa a los estados, y los diputados al ciudadano o circunscripciones (…). Cuando repiten la misma actividad, la tramitación puede ser un tanto pesada para un país que es más bien pequeño”, señala.